Con frecuencia aparecen por aquí comentarios del tipo:
- No creció apenas en el horno. Quedó muy plano sin abrirse la “greña”. De sabor buenísimo.
En ocasiones esas obras van directamente a “Desastres Panaderos”. A mi también me ha pasado con alguno de esos panes que por una razón u otra repetimos con frecuencia; y en varias ocasiones en que pasados de fermentación, no se han abierto ni crecido como hubiera deseado, los he encontrado con un sabor diría superior. Si, si, ya se que eso del sabor puede ser algo muy subjetivo pero se me ocurre si no estaremos en ocasiones sobrevalorando la forma respecto al sabor. Me explico. Ninguna duda respecto al buen hacer cuando sale un pan con el crecimiento adecuado y una “greña” de esas espectaculares. No hace falta abrirlo para imaginar toda una serie de sensaciones asociadas. Y sin embargo ¿ha de coincidir siempre necesariamente el máximo desarrollo de la forma con el sabor óptimo que pueda sacarse a una masa? Vamos; algo así como si la espectacularidad externa de un edificio llevara aparejada su máxima funcionalidad.
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