Ayer me regalaron medio kilo de nata-de-la-de-verdad, de la que yo creía que no existía ya, de esa que es casi sólida y sabe a mantequilla y a queso bueno del país, con un puntito ácido. Increíble.
Se la regaló a mi padre una señora a la que suele comprar quesos (tiene dos vacas) y mi padre me la dio para que hiciese galletas de nata, que le encantan.
Como dio la casualidad de que yo tenía masa de pan levedando, no me quedó más remedio que hacer también una bolla de nata... bueno, de intentarlo
El resultado no se parece mucho, que digamos, a la de Beltaine ni a la de Carmen.
La masa que yo tenía preparada era más bien blandita, quizás no muy adecuada para esto. Además no la desgasifiqué ni nada, me limité a estirarla un poco metiendo las manos por debajo como si fuese una pizza, así que aquello creció lo que le dio la gana. Aunque hice un reborde, la nata derretida lo desbordó y corrió a sus anchas, pringando la piedra, el horno y todo lo que se puso a su alcance. El horno lleno de humo y toooda la casa oliendo a quemado
En fin. Al menos la bolla (o lo que sea) está buena.
Ahora os dejo, que me voy a fregar mi horno pringoso. Si alguien quiere venir a echar una mano, será bienvenido.