Pues esta es mi última hornada -y lo ha sido de manera accidentada- por una temporada.
Mi horno, con sólo 3 añitos y medio de uso, ha dicho que hasta aquí dura nuestra relación. Voy a darle una oportunidad al técnico, esperaré pacientemente sus plantones, soportaré su cara de sorpresa al pedirle factura con IVA y ... veremos a ver cómo se llama la broma.
Y claro, ¿cómo me enteré de qué no funcionaba? Pues en el momento que quise calentarlo para la cola de horneado de los domingos: batard de 1,200 gramos, 800 gr. de chapatas y 800 gr. de masa de pizza, todo en su segunda fermentación.
Y yo, compuesta y sin horno. Pedí refugio en el horno de mi santa suegra y con todas sus bendiciones y alguna dificultad, saqué adelante el horneado semanal. De la pizza no hay foto ni migas.
Lección aprendida: cuánto se acostumbra uno a su chapa, sus piedras, las rocas volcánicas... no es apego a los bienes materiales, sino que los panes no quedan igual. Ha sido una vuelta a los orígenes,
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