Tendría mil cosas que decir al respecto, sobre este apasionante tema de "¿qué vendería en mi panadería yo, fabricante de pan casero, si me decidiera a ilustrar a los ignorantes madrileños sobre las verdades del pan?" Parto de la base de que soy madrileña y apasionada del pan de centeno y todos los panes que mis clientes definen como "esos mazacotes contundentes y pesados que son tan ácidos y me sientan tan mal en el estómago". Soy consciente de que dejo de vender a mucha gente porque me niego a tener baguettes en mi panadería aunque la realidad es que sí debo tener otros muchos productos porque esto (si, Javier) es un negocio y no un pontificado y, que queréis que os diga, no pretendo convencer a nadie ni ilustrar a tanto ignorante madrileño (recordad, yo también lo soy) sobre cuál es el mejor pan y lo que se pierden al no querer comer "esos panes tan negros". Máxime, en un país que se pirra por comprar en Mercadona y hace del señor Roig (creo que ese es el apellido) el mejor empresario del año. Si algún día os animáis a poner una panadería sólo os recomiendo mucha paciencia a la hora de enseñar a la gente a comer pan. Espero que tengáis un buen colchón económico para aguantar los largos años que os llevará convencer a tanto ignorante... Aún así, en el mejor de los casos, vuestros clientes fieles no superarán el 20% de vuestra clientela. Y lo digo por experiencia propia.