Os explico un poco el asunto. Elena y yo trabajamos juntos durante un año, aproximadamente, en una conocida panadería de la ciudad. Desde que salimos de ahí nos pusimos a hacer clases y, desde luego, a hacer mucho pan. Primero la familia y la gente más cercana, luego cada vez más gente, nos empezó a pedir pan cada semana. Y así nació la idea de montar algo, lo que fuera, un pequeño local donde poder hacer pan para venderlo. Algo que fuese más cómodo y grande que la cocina de casa. Decidimos hacer un cursillo para emprendedores, al menos para tener una idea de gestión y números, y no andar tan perdidos.
Para no hacer la historia demasiado larga, a principios de año invitamos a dos queridos amigos australianos a unirse al proyecto, y hará cosa de un mes uno de ellos encontró un local que nos enamoró de inmediato (algunos lo conocerán seguramente, pues es muy céntrico y cerró hace apenas un año): una panadería del año 1926 (!!!) en el corazón de la ciudad, con una tienda encantadora, pequeñita, y un horno espectacular de 1932. Después de unos días surrealistas hemos alquilado el local y en esas estamos.
Queremos conservar el alma de la tienda, con la carpintería de madera y un pequeño balcón desde el altillo donde vivía el anterior panadero. Queremos recuperar el horno y usarlo con leña, cosa nada fácil en el centro de Barcelona. Queremos ser una pequeña panadería honesta, desmarcada de la moda de las boutiques de pan y las tiendas de diseño.
Por lo pronto os dejo una foto que hizo LaMaga (sin su permiso
