Venga, pues arranco yo
Mi horno mola. Así lo digo. A pesar de tener más de veinte años, pilla los 300 grados y se pueden hacer pizzas más que dignas. Al pobrecito se le notan los años y la vida de piso de estudiantes, por ejemplo, no funciona el cronómetro, pero cuando se trata de calentar, calienta: por arriba, por abajo... por donde yo le diga.
Para hornear, yo no uso piedra. Una bandeja de horno metálica se calienta igual y nunca he visto necesidad de tener una piedra, que además es un chisme peligroso (tantos kilos a tanta temperatura, imagina que se te cae) y supongo que, mientras acumula calor, retrasa todo el proceso. O sea, que un poquito de harina sobre la bandeja y padentro las barras.
Para que la radiación directa de las resistencias de arriba no abrase la corteza del pan, suelo poner papel de aluminio apantallando justo debajo, pero muchas veces tengo que retirarlo cuatro minutos antes de terminar la cocción para que pille color. El otro método que tengo es meter el pan en el horno a tope, y dejar sólo la resistencia inferior, con lo que la temperatura va bajando hasta los 150 grados, y los últimos minutos vuelvo a ponerlo a tope para que haga corteza. Con este segundo método la corteza suele salir mejor.
He probado hornos de cocina económica (de leña) y de gas, y me quedo con mi horno eléctrico. Me parece limpio y fácil de controlar. Aunque tal vez debería empezar a calcular lo que me me cuesta el pan en electricidad, sospecho que sale a rejonazo mensual.
Un tema importante es el del vapor. Yo uso una bandeja que hice con papel de aluminio, del tamaño de un plato de postre, en la que echo medio vaso de agua caliente justo antes de meter el pan. La bandeja tiene un par de agujeritos y va perdiendo agua durante los primeros minutos, que se evapora al contacto con la base del horno. Tengo la impresión de que debería hacer más vapor, pero cuando echo agua directamente sobre la base del horno me juego quemarme la mano en la vaharada, y el horno se enfría mucho.