
Siete euritos me costó. Tiene termómetro y cronómetro. Mide hasta ciento nosecuántos grados y el cable aún resiste un poco más. Y en farenheit, ni te digo. Cuando hago pan, estoy pegado a este aparatito como un cardíaco a su marcapasos. Los dos modos que ofrece me proporcionan dos maneras de hacer el pan:
-Por tiempo: se marcan los minutos que va a tardar el pan, según dicte la experiencia, y se va uno a jugar a la Play hasta que pita. Ya, ya sé que esto se puede hacer con el reloj del horno ¡Pero el mío no tiene!
-Por temperatura: tras los primeros cinco minutos, que no conviene abrir la puerta muy pronto, se clava el pintxo en el pan, y se va uno a jugar a la Xbox; cuando llegue a 95 grados pita.
Además, hay una cosa que no tiene, y es el pitido inverso, o sea, que pite cuando baje hasta una determinada temperatura. Vendría muy bien para los panes recién hechos, que en mi casa he tenido que implantar la norma de que el pan no se come hasta que no baja de 40 grados porque la gente me lo comía aún caliente.
En mi caso, el pito del termómetro del Ikea es un resorte pauloviano. Una vez estaba en casa de una tía que también lo tiene, escuché ese sonido que llevo grabado en lo más hondo de mi cerebro, y salté de la silla presto a sacar algo del horno.
¿Usan ustedes termómetro? La función cronómetro la podemos dejar para otro hilo, porque en el mundo de la cronometría hay muchas más opciones que en el de la termometría ¿Se fían del termómetro de su horno? ¿Existe algo más allá de Ikea en el mundo de los termómetros de asado?