Yo siempre hice "tortas" en mi casa desde muy pequeña. Son como los talos, pero de Cantabria. Tengo recuerdos de aplastar la masa mano a mano con mi madre desde que tenía 6 añitos, incluso no llegaba a la mesa y tenía que usar una banqueta. La receta era fácil y se hacían básicamente por dos razones: a) esa noche no había cena preparada y mi madre necesitaba algo rápido y rico, así que tortas con chorizo para todos; b) cenábamos respigos (nabizas). Los respigos con tortas eran (y siguen siendo en mi familia) sagrados.
El asunto era una cosas así: montañita de harina de maíz (me imagino que de molino, porque lo comprábamos en el mercado de ganado de Arredondo), puñadín de harina de trigo, pellizco generoso de sal, volcán en el medio y venga a echar agua hasta que la masa quedase más o menos así:
Amsábamos un poco y hacíamos bolas. Ahí comenzaba lo mejor: darle "tortas" con las palmas de las manos hasta tener unas galletas de tamaño de una mano gigante. Tenían que estar algo gorditas, eso sí. Luego a la plancha con unas gotinas de aceite para que no se pegaran. La superficie quedaba algo dura y con círculos negruzcos, pero en general eran tiernas. Y directamente al plato, calentitas.
Cuando me vine a Asturias vi que la gente tiene el mismo cariño que yo por los "tortos", aunque a veces los fríen. De cualquier manera están de vicio y son facilísimos. Tienes que probarlos así, Frangullas.