Hace unos dias, cuando buscaba extracto de malta (líquida) en una tiendita de productos latinoamericanos, me encontré con un mundo productos totalmente desconocidos para mí, a pesar de que en sus lugares de origen sean de lo más populares.
Entre ellos estaba el
maiz morado peruano, que me llamó la atención en principio por el color: un negro berenjena intenso, que en harina se transforma en un lila pálido y al hidratarse se satura en morado intenso, y con un extraordinario poder colorante.
Una chica me dijo que se utilizaba para hacer
chicha y
mazamorra, una bebida y un postre tradicional que se preparan sobre todo en el mes septiembre.
Decidí empezar a probar por aquí y me llevé unas mazorcas y un paquetito de harina.
Lo que he hecho en un principio es utilizar la
chicha (Perú) o también llamada
colada(Ecuador), que es el agua teñida de cocer los granos de maiz, como líquido, además de añadir la harina en un 20% a otra de trigo blanca.
Éste primer ensayo lo hice con harina con mucha fuerza y además olvidé la sal.
La conclusión provisional, aparte del fallo de la miga excesivamente gomosa y sosa, es que en el pan el aroma es muy particular. Diría incluso que poco apetecible o desagradable. Y de sabor parecido. De hecho, ya antes de mezclar con las harinas, probé la chicha y no me gustó. Supongo que lo que la hace tan popular sea el hecho de ser tradicional por un lado, y la cantidad de frutas y especias que se le añaden durante la cocción, por otro.
He hecho otras dos pruebas, esta vez cambiando a una harina de trigo menos fuerte en uno, y utilizando solamente la chicha como hidratación en otro con maiz gallego, que están en fase de enfriado. Ya os contaré en recetas.
De todas formas, creo que como tinte natural, si se modifica el sabor con frutas o especias durante el cocido, o de otras formas, tiene muchas posibilidades. Pero está claro que con eso solo no vale, para mí. Aunque es un principio.

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