Partiendo de la base de que tienes toda la razón del mundo mundial, permíteme que te cuente lo que me pasó en mi primera clase en la facultad de veterinaria. Se presentó allí un tipo, a la sazón catedrático de biología, y nos soltó que ya podíamos ir olvidándonos de nuestra vocación como amantes de los animales, porque veterinaria se trata de una carrera eminentemente económica. Sin beneficio no hay vocación.
Y lo malo es que aquel hombrecito tenía razón. Y si lo aplicas a una industria de elaboración de pan o bollería, verás que el espíritu de los fundadores (quizá un aguerrido matrimonio de hace 100 o 60 años) no sobrevivió en la mayoría de los casos a su descencencia, que ahora solo piensa en maximizar beneficios, o en vender la fantástica receta de sus bisabuelos a un grupo multinacional.
A todo esto tienes que unirle la tecnificación de la industria alimentaria que se produjo entre los 70 y los 80, la introducción de aditivos, nuevas fórmulas de envasado, nuevos métodos de distribución, cambio en los estilos de vida, incorporación de la mujer al mercado de trabajo, abandono de la elaboración casera... En fin, el tema da para quedada y media entre pan y pan.
Yo me conformo con el aprendizaje contínuo de la panadería, con este "sharing" que hacemos aquí y allá, con el trabajo de divulgación que llevamos ya haciendo algunos años y que, lo creas o no, está calando en la sociedad. A mi, cuando empecé a hablar de que hacía pan en casa me miraban como si fuese de Ganímedes, y ahora vienen a pedirme que les enseñe.
Ante eso, sonrío y amaso, sonrío y amaso
PD: Jodó, la coca....