Mis dedos cubiertos de agua y harina, los cierro, alzo el puño, cual Scarlett O'Hara, y grito:
"¡¡¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a quedarme sin pan!!!"
Esto ocurría el lunes en mi cocina, después de que dos días antes
no encontrase ni un mísero trozo de pan en casa y al día siguiente ocurriesen toda una serie de desastres, decisiones poco meditadas y finalmente una gran sorpresa.
El domingo me había propuesto hacer
Schupfnudeln pero empecé a amasar y aquello no tenía buen aspecto

Quizás me equivoqué en el tipo de patata, o la
harina checa no era la adecuada o yo no tenía el día. Cada vez que echaba algo más de harina era aún más difícil amasar, así que deprisa y corriendo tuve que variar el menú del día (¡bendito congelador y los tesoros que se encuentran en momentos de deseperación!

). Tal vez debería haberlo tirado todo pero como tenía el resto del día para experimentar decidí darle una segunda oportunidad al engrudo. Y me acordé de una de esas recetas en la larga lista de pendientes:
Schwäbisches Kartoffelbrot de la panadería
Trölsch de Korntal-Münchingen (Baden-Württemberg), una receta de
Pan de Patata del libro
Brot, so backen unsere besten Bäcker.
Las altas temperaturas preveraniegas y la relajación de un largo día festivo hicieron mella en mí y sin pensarlo dos veces decidí hacer el doble de la receta del libro que ya era para 2 grandes panes

Y claro acabé con una masa de más de 4 kg

Con mis chapuzas y mis cambios de rigor la cosa fue así:
Masa inicial
schupfnudeliana-loretanské:
- 500 gr de patatas hervidas con piel la víspera y peladas al día siguiente
- 300 gr de harina de trigo bio checa
- 1 huevo mediano
- 5 gr sal
- 5 gr nuez moscada molida bio
Remojo (
Quellstück):
- 130 gr pan rallado
- 250 gr agua de la cocción de las patatas (28ºC)
Masa final:
- masa inicial
- remojo
- 700 gr harina de trigo bio checa
- 400 gr harina de centeno integral bio (RdS)
- 200 gr harina de espelta blanca bio (RdS)
- 950 gr agua de la cocción de las patatas (28ºC)
- 800 gr MM trigo
- 45 gr sal
Amasado y retardado en la nevera toda la noche. Al día siguiente a eso de las 6 de la mañana pegué un salto de la cama y directa a ver cómo estaba la masa que ya casi desbordaba. Tenía buen aspecto pero era una masa demasiado flojita para formar hogazas. Así que dispuse los tres moldes que tengo, dos peques y uno mediano, y el resto de la masa al fresco otra vez. Dos horas de fermentación más tarde casi se salían del molde y fueron al horno a 225ºC 25' y 200ºC 25' más, 5' horno apagado y cerrado y 5' con la puerta entreabierta. Crecieron divinamente en el horno y tenían un aspecto prometedor.

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Los dejé enfriar y me fuí a trabajar. Cinco horas más tarde regresé a casa y antes de ponerme a hornear el resto corté uno de los panes y comprobé con una enorme alegría que aquello no sólo era comestible sino que estaba riquísimo

Precalenté a tope el horno media hora y rellené los dos moldes pequeños con el resto de la masa que saqué directamente del frío y al infierno como sus hermanos.
Y fue en ese momento tras el último maltrato a la masa, cerrar la puerta del horno y alzar mi puño que apareció Herr Loreto. Cuando vió el panorama a mi alrededor dijo:
"Tranquila cariño, ya estoy ahorrando para la clínica de rehabilitación panaderil"
Dos panes se han ido de regalo, dos más al congelador y el otro ha estado envuelto en un paño un par de días y hoy seguía estando tierno, jugoso, con cuerpo y con un sabor más intenso. Un sabor irrepetible.

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Unos panes irrepetibles
